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Roma en tiempos de coronavirus

Roma en tiempos de coronavirus

Crónica de nuestros últimos días en Roma en medio de la pandemia del coronavirus, las medidas cada vez más fuertes del gobierno, cómo impactaron en nuestro día a día, los dos vuelos fallidos para volver a Argentina y el periplo de una amiga alemana para volver a su casa.

Jueves 5 de marzo: el último museo

Nos levantamos listos para ir a las Scuderie del Quirinale a disfrutar de la megamuestra que se inaugura sobre el genio de Rafael con motivo de los 500 años del fallecimiento. Vamos desde Roma Tuscolana, nuestro barrio que está al sur de Roma, a media hora del Coliseo, y en el colectivo hay carteles que alertan sobre el coronavirus y dan recomendaciones para prevenir el contagio.

Muy pocas personas tienen barbijo y la mayoría habla de lo mal que están en la zona roja, en Lombardía, norte de Italia, donde hay varias ciudades en cuarentena. Parece algo ajeno, el gobierno muestra reuniones de trabajo con los capos de las regiones del norte pero con poca capacidad de reacción para el resto de Italia. La televisión italiana no habla de otra cosa, en los programas desfilan los especialistas con tribunas de fondo que aplauden enfáticamente. En las redes sociales los italianos del sur cargan a los del norte por la epidemia y los del norte se van de paseo en medio del caos y sin conciencia desparraman el virus por toda la península.

Ya en la fila para entrar a la muestra nos piden un metro de distancia entre persona y persona y la lentitud con la que hacen entrar a la gente al rayo del sol es insoportable. Vemos pasar algunos grupos de chicos que no tienen clases desde hace dos días y en lugar de estar en las casas están paseando por la ciudad o en los parques. Sin ser especialistas nos damos cuenta de que así no va la cosa. Antes de entrar al museo uno de los noticieros de la RAI -telegiornale uno- nos entrevista e interpela por la muestra y el avance del virus que en Italia tiene poco más de 1000 infectados y una docena de muertos. Intentamos ser optimistas con las respuestas.

Dentro del Quirinale mantener distancia es imposible por lo que vemos que la medida es algo inútil. Volvemos al departamento y pensamos seriamente en adelantar la fecha de regreso que teníamos programada para el 27 de marzo. Leemos en internet que el virus muere a 27 grados y eso nos una falsa tranquilidad, al menos en Argentina la temperatura está por arriba de los 30 -nunca creyeron un mito para estar más tranquilos?-.

Somos realistas y nos asusta la realidad argentina, el primer caso importado de Italia del 3 de marzo es el mismo día que España informa la primera muerte por el virus.

Dos días antes tuvimos la última clase presencial del curso de Marketing donde estamos dos argentinos, un japonés y un nigeriano. Todos los estudiantes europeos siguen la clase desde sus casas. La profesora minimiza la epidemia y dice que alcanza con lavarse las manos. Además, dimos una vuelta por la feria que está al costado el Castel Sant Angelo, al borde del Tíber, vemos unas láminas que sirven de souvenirs y decidimos comprarlas otro día. Moraleja: nunca dejes para mañana…

Domingo 8 de marzo: el último paseo

Después de exprimir Roma al máximo tenemos una cuenta pendiente: subir al monumento del altar de la patria en Piazza Venezia. Llegamos hasta la base de las escalinatas blancas de este inmenso edificio al que los tanos dicen que se parece a una torta, pero estaba cerrado con custodia policial.

Nos acercamos hasta unos militares que estaban a un costado y ni ellos estaban enterados por qué estaba cerrado. Claro que a los pocos minutos nos enteramos que todos los grandes monumentos donde se junte mucha gente van a estar cerrados hasta el 3 de abril. Antes vamos a la feria de Porta Portese, atestada de gente, a comprar una valija que empieza en 60 euros y conseguimos a 40. Damos unas vueltas por Trastevere sin saber que iba a ser el último paseo.

Lunes 9 de marzo: toda Italia es zona roja

Patrizia, nuestra profesora de italiano, nos avisa por WhastApp que las clases van a suspenderse hasta el 3 de abril por decisión de Giuseppe Conte, presidente del Consejo de Ministros de Italia con el fin de frenar la propagación del virus. Así es como nos quedamos sin poder ir a retirar el certificado del curso, algo totalmente diminuto frente a semejante problema. Da la sensación de que el gobierno italiano acorralado por la cantidad de infectados empieza a tomar medidas más radicales. La demora se paga con infectados y vidas: en Lombardía si hay dos personas van a elegir a la que tenga más posibilidades de sobrevivir ya que el sistema de salud está colapsado.

Después de los primeros casos confirmados en Argentina e Italia con un grado avanzado del virus (casi 10mil infectados) activamos para cambiar la fecha de nuestro regreso planificado para el 27 de marzo. Por suerte, terminamos el curso de Marketing del que tuvimos una clase virtual para presentar un trabajo práctico final. Mientras en la tv italiana hablan de la falta de respiradores artificiales.

Sabemos que la vuelta a casa va a ser tortuosa porque que es vía Madrid, y después desde Miami hasta Buenos Aires. Logramos el cambio de fecha del 27 al 18 de marzo que no es poco. En este contexto una semana es una vida. Un poco más tranquilos le damos un par de sorbos al café y vemos como llegan las noticias del norte de Italia a la TV argentina donde parece un problema solo italiano.

La tranquilidad dura poco en época de pandemia e Italia declara a todo el país zona roja y dicta la cuarentena para todo el territorio. Todos los locales cierran a las 18hs y hay que mantener una distancia de un metro entre persona y persona. No se puede ir de una región a otra salvo por un motivo importante de salud o trabajo que hay que justificar con una declaración jurada que venden a 0,20 centavos en los tabacchi (kioscos). Solo se puede ir a supermercados y farmacias. Esto se está poniendo picante y olemos que se puede poner peor, no hay que ser un estadista para darse cuenta.

A a las pocas horas, cerca de las 8 de la noche, España prohibe la entrada de vuelos desde Italia. Estamos cagados, nos tiramos en un sillón rojo en forma de “L” a ver qué hacemos con un panorama poco alentador: aerolíneas de todo el mundo cancelan vuelos por la baja demanda y varios países empiezan a cerrar fronteras. Frente al sillón hay varios estantes con libros donde resalta una colección sobre cine italiano de terror de la década del 60, quizás es un mensaje.

Martes 10 de marzo: hay menos opciones para volver a casa

En un contexto parecido al de un guión de una peli de horror zombie, llamamos a Gabriel, mi hermano y agente de viajes. Después de hablar con American Airlines nos da una alternativa: viajar el 20 de marzo desde Roma a Filadelfia, de Filadelfia a Miami y de Miami a Buenos Aires, un vuelo largo y cansador pero es una posibilidad concreta frente a la medida del gobierno español. Un vuelo chino y que no es menos cansador que el original.

Vamos a dormir tranquilos con la promesa de Trump de que la máxima potencia mundial no va a parar frente al virus.

Miércoles 11 de marzo: vivir en cuarentena

Se endurecen las medidas en toda Italia, los bares y restaurantes solo pueden vender a través del delivery. Además, se rompen algunas rutinas diarias como ir a comprar cornettos para el desayuno, ir por unas pizzas, perderse por Piazza Navona, ir a italiano, sentarse a almorzar en una ostería o explorar alguno de los museos. Ya nada es como antes, si te agarran boludeando por la calle te ponen una multa de 206 euros. Si tenés mascota la podés sacar a pasear. Algunos vecinos se aprovechan y el paseo con el perro que hace dos días era de 20 minutos ahora es de más de una hora.

Nos adaptamos al nuevo contexto y estar “encerrados” en Roma es como estar en el calabozo de un castillo, un desperdicio. Comemos lo que hay en el departamento porque las filas en los supermercados son de una cuadra. Aguanto veinte minutos en la fila del supermercado Coop, avanzo dos metros y desisto. Ahora la ensalada se come sin atún pero con algo más de salud mental.

A ver, España no acepta vuelos desde Italia y EEUU no permite la entrada de vuelos desde Europa, exceptuando el ingreso de norteamericanos y la Organización Mundial de la Salud declara pandemia al coronavirus COVID-19. En una semana el virus se desparrama tanto como el dibujo de las rutas aéreas que hay en la revista que te dan en el avión. En una semana pasan de 30 países a 100 donde hay contagiados.

Si esto pasa en Italia, China, EEUU, Alemania y España que nos queda a los que vivimos en el hemsferio sur del planeta, en Argentina por ejemplo. Con la realidad de tener que volver inevitablemente en un avión, el principal medio de transporte donde hay contagios apoyamos la cabeza en la almohada angustiados y con muchas ganas de volver a casa.

Jueves 12 de marzo: empiezan a cerrar fronteras

Nos damos cuenta de que hay que volver urgente porque las fronteras se cierran cada vez más así que compramos un vuelo a Buenos Aires directo por Alitalia a 1200 dólares por pasaje, un precio exagerado para un Roma/Buenos Aires, para todo lo demás existe Mastercard.

Hicimos la reserva bien temprano con Gabriel y él nos dijo que íba a estar atento si se liberaba una tarifa más económica pero como no aparecía a la noche emitió los pasajes. Armamos las valijas de apuro. Los programas de la RAI tratan de bajarle un cambio a la espectacularidad del show y las tribunas dejan de aplaudir casi como si entendieran que estamos jodidos de verdad. Como dijo Rafael: «El Silencio es una forma de escuchar la verdad».

Le avisamos a la dueña que nos vamos el 13, estamos muy contentos y hacemos chistes de que la vamos a invitar a comer asado pero a las 22h de Roma un amigo nos avisa que Argentina cancela todos los vuelos desde Europa, China y EE.UU. Algo más? Si este vuelo no va sería el tercero que falla! No podemos tener tanta mala suerte! Otra vez estamos cagados y va en serio.

Con un nudo en el estómago nos ponemos a buscar alguna fuente oficial y los portales de los principales diarios de Argentina muestran la primicia. Ale empieza a llorar desconsoladamente, yo estoy igual de nervioso pero trato de mostrarme tranquilo. Encuentro el teléfono del Consulado, Ale todavía desencajada llama y le dicen que no saben nada, que estaba el rumor y que si cerraban las fronteras para argentinos sería una situación catastrófica. Mientras habla escuchamos por el altavoz del celular que el flaco del Consulado le dice a alguien que tenía cerca “che prendé la tele”. Yo mientras llamo a Gabriel para ver si sabe algo y nos pide unos minutos para averiguar.

Antes de esperar la cadena nacional, aclaran en TN que los argentinos con pasajes comprados vamos a poder viajar hasta el lunes 16 de marzo y que luego habrá vuelos de repatriación. Nos vuelve el alma al cuerpo. Sabemos que al llegar a Argentina vamos a tener que hacer una cuarentena de 14 días, algo que teníamos pensado hacer antes de que sea obligatorio. Respiramos profundo.

Viernes 13 de marzo: Operativo Retorno

Roma amanece con la mayoría de los locales cerrados con carteles que dicen “Andrá tutto bene” (estará todo bien) y los pocos negocios que están abiertos siguen siendo los vitales como farmacias y supermercados. Se respira un aire de nerviosismo e intranquilidad en la calle, ahora lo raro es no ponerse barbijos por más que los especialistas digan que no son necesarios salvo si uno presenta síntomas. Sobre via Appia hay dos locales de venta de celulares que se pasan el decreto por el traste y abren igual.

Ana, la señora que atiende en la caja del “Risparmio a Casa”, un local donde venden productos de limpieza y perfumería, tiembla cada vez que se le acerca alguien. Los clientes respetan el metro de distancia que está marcado en el piso y se llevan todos los desinfectantes de las góndolas. A la mayoría de los viejitos que nos cruzamos en la calle no los vemos más.

Almorzamos, nos despedimos del departamento que fue nuestra casa por meses y agarramos dos valijas grandes cada uno más una mochila. El margen de movimiento es mínimo y encima frente a tanto caos no hay taxis en el barrio. Como podemos caminamos las cinco cuadras que separan al departamento de la estación de tren de Roma Tuscolana.

Dos señores nos ayudan a subir las valijas por las escaleras que nos dejan en el anden 5. Totalmente transpirados, con taquicardia y el cuerpo cansado viajamos 45 minutos hasta el aeropuerto de Fiumicino donde los carteles muestran unos veinte vuelos, casi todos cancelados. Nuestro vuelo a Buenos Aires y uno a París son los únicos que siguen en pie. Hoy nuestro día de suerte!

Hoy, 23 de marzo, es nuestro noveno día de cuarentena en Ramos Mejía, Buenos Aires, y no podemos estar más contentos de estar en casa. Las lentas decisiones de Italia y España nos dan un tiempo más para hacer las cosas mejor y salir de esta situación horrible.

Lo que al principio parecía lejano, primero en China y después en Lombardía, y que cada vez se puso peor cambió nuestra cotidianeidad, las maneras de valorar las cosas y reforzó las ganas de volver. Ahora dicen que hay que “aplanar la curva” y copiar el modelo de Corea del Sur. Solo nos queda confiar en que la mayoría haga la cuarentena obligatoria y que esto solo sea una anécdota.

El periplo de Julia

Julia, una alemana que alquila la otra habitación del departamento, llegó a Roma desde Colonia, Alemania, el 1ro de marzo para estudiar el último semestre de la carrera de Economía en la Universidad de Sapienza. Está como nosotros, no puede creer el vértigo con el que está pasando todo. Como buenos argentos nos agrandamos y empezamos a enumerar crisis argentinas, tenemos experiencia en quilombos de gran magnitud. La piba alemana está descolocada y lo primero que hace es comprar un pasaje de tren a Colonia para la mañana del siguiente del 9 de marzo, día que Italia es declarada zona roja.

Al rato le cancelan el pasaje, entonces le recomendamos que compre un pasaje de bus hasta Munich y desde ahí un tren. Le decimos que Flixbus, la empresa de buses low cost, no falla como si fuesemos Darín en 9 reinas. El ticket es para mañana, 10 de marzo a las 21h. Viajar en avión es muy costoso y nada asegura que salga el vuelo. Al día siguiente se cuelga una mochila en la espalda, arrastra una valija grande y la despedimos.

Cerca de las 11 de la noche escuchamos el picaporte de la puerta de entrada y zas!, era Julia con los ojos rojos de haber llorado. En Roma Tiburtina, en una estación de micros minada por militares le dijeron que cancelaron el bus porque la frontera con Austria está cerrada. Mientras tomamos una cerveza para ayudarla a pasar el mal momento e hidratarnos el novio desde Alemania le compra un pasaje de tren para el día siguiente. Recordamos la rivalidad futbolera entre Argentina y Alemania, hablamos de nuestros países y de la tardía reacción italiana frente a la pandemia.

Con un poco de fortuna Julia se pudo subir al tren en la estación de Roma Termini aunque se tiene que bajar en la frontera con Austria porque no la dejan seguir. Por suerte, no está sola, conoce a dos alemanas en el tren y deciden ir a pie hasta la frontera donde les hacen firmar una declaración jurada con la condición de subirse a un bus con destino a Alemania sin bajarse en territorio austríaco. Después de llegar a Munich y de tomar un tren hasta Colonia, y luego de casi un día de viaje por fin llega a su casa. La alegría fue mayor cuando a los dos días, el 13 de marzo, nos avisa que el test del COVID-19 le había dado negativo!