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Una foto

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Si a alguien le contara que siempre dije que cuando viajara a Cuba Fidel moriría no me creería. Eso fue lo que me sucedió el sábado 25 de noviembre de 2016.

Era el último amanecer que íbamos a presenciar en Cayo Largo y no me lo quería perder, pero ni siquiera me imaginaba lo que me pasaría después. Ale eligió quedarse durmiendo en la habitación del hotel.

5.30. Suena la alarma y con el cuerpo todavía cansado me levanto sin hacer demasiado ruido. Me arden los ojos. En el medio me llevo por delante un par de zapatillas que había tiradas. Ale estaba desmayada. Agarro el teléfono de ella ya que que tiene mejor cámara que el mío y salgo con una remera con una foto de Brigitte Bardot, unas bermudas y ojotas.

Salgo de la habitación, bajo la escalera y enfilo hacia la playa, todavía es de noche, no hay un alma. Miro al horizonte, a los costados y maldigo no haber prestado atención por donde sale el Sol. De repente se aparece una francesa de unos 50 años que tiene las mismas intenciones de capturar el amanecer. Cruzamos algunas palabras hasta que sale el Sol. Vibra el teléfono y pienso que es raro ya que tenía bastante batería.

Miro la pantalla y quedo helado: un mensaje de mi suegra que dice: “Murió Castro”. No lo puedo creer. Pienso en Fidel, Raúl y Cristian. Nadie avisaría la muerte de Cristian Castro, pienso. Quedan dos. Inmediatamente se me viene a la cabeza un mundo sin Fidel en Cuba. Se murió Fidel.

Quiero correr hasta la habitación para contarle a Alejandra, prender la televisión, la necrológica debe estar hecha hace tiempo, pienso. Las ojotas cortan el tiempo y me impiden actuar rápidamente. En los 300 metros que separan la playa de la habitación se me viene a la cabeza: ¿quiénes ganan y quiénes pierden?, ¿cómo afectará la muerte de Fidel a Cuba?, ¿será diplomático Donald Trump? A 7mil kilómetros de casa y ¿me entero por una argentina?

Además, lo conecto con la muerte Alfonsín. Siento el mismo cosquilleo frío de una muerte alguien que dejó huella. Uno es la persona que recuperó la democracia en Argentina, el otro el padre de la Revolución cubana, hasta ahora un hito viviente. Ahora más ícono que nunca.

Se me cruzó por la cabeza ¿por qué me tocó estar aquí? Sin dudas es un día histórico. ¿Y si ahora cierran las fronteras y no podemos salir? ¿Y si Fidel no murió de muerte natural y hacen declarar a todos los extranjeros como testigos? Hago una película en minutos. Muchas preguntas y ninguna respuesta.

Entro en la habitación, me acerco hasta Ale y le digo: “Ale levantáte que murió Fidel”. Prendimos la televisión y lo primero que aparece en pantalla es el símbolo de luto. Así es como fui a buscar una foto y traje una historia.

6 comentarios

  1. Muy buenos pensamientos sobre la muerte del Comandante! Me imagino que fue algo muy especial estar allá este día.
    Especialmente, me reí con tu pregunta «¿Y si Fidel no murió de muerte natural y hacen declarar a todos los extranjeros como testigos?». Tan cierto que podría pasar algo así en Cuba que es cómico leerlo escrito.
    Abrazos Rebecca

  2. liliana

    Me encantó el relato. Despertarse con una idea y desayunarse con semejante noticia. Me imagino todos los pensamientos que se se cruzaron ese día en Cuba, sin Fidel…
    Sin duda no olvidarán las playas, la gente, la idiosincracia y ese momento histórico que han vivido. Inolvidable…
    Merecían vivirlo, viajeros incansables.
    Abrazo

  3. liliana piccolini

    Me encantó el relato. Despertarse con una idea y desayunarse con semejante noticia. Me imagino todos los pensamientos que se se cruzaron ese día en Cuba, sin Fidel…
    Sin duda no olvidarán las playas, la gente, la idiosincracia y ese momento histórico que han vivido. Inolvidable…
    Merecían vivirlo, viajeros incansables.
    Abrazo

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