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Siem Reap: la perla camboyana

Siem Reap: la perla camboyana

Atrás dejamos el año nuevo tailandés: el Songhkram, donde festejan cuatro días en templos y calles arrojándose agua, para pasar al año nuevo camboyano: el año nuevo Khmer. Dos años nuevos en dos días. Con la rareza occidental de que te auguren feliz año nuevo en pleno abril comenzamos a vivir Siem Reap, la perla camboyana.

¿Cómo ir de Bangkok a Siem Reap?

Hay varias opciones para ir de Bangkok a Siem Reap, dependiendo de tu presupuesto y comodidad:

  • 🚀 Avión (la opción más rápida)
    Varias aerolíneas low-cost como AirAsia tienen vuelos directos desde Bangkok (DMK) a Siem Reap. Tarda menos de una hora y es la opción más cómoda y rápida. Además las tarifas de AirAsia son muy buenas.
  • 🚌 Bus directo
    Empresas como Giant Ibis o Nattakan ofrecen buses directos desde Bangkok a Siem Reap. Salen desde la mañana temprano, tardan entre 8 y 10 horas y cuestan alrededor de 25-30 USD. La ventaja es que hacen el trámite de frontera más fácil. Antes de comprar los tickets de bus comparen cuánto les sale un pasaje de avión con AirAsia, puede que no haya diferencia y se ahorran unas 8 hs de viaje.
  • 🚆+🚌 Tren + bus (para los que buscan aventura)
    Si querés una experiencia más local, podés tomar el tren de Bangkok a Aranyaprathet (frontera con Camboya) y después un bus hasta Siem Reap. Es la opción más barata pero también la más larga e incómoda.

💡 Tip: Si cruzás por tierra, prepará 30 USD en efectivo y una foto carnet para el visado camboyano (y ojo con los «ayudantes» en la frontera que quieren cobrarte de más).

Hotel en Siem Reap: Royal Crown Hotel and Spa

Vayamos en orden, llegamos al aeropuerto donde después de completar los formularios necesarios para entrar al país y hacer la visa en el momento nos esperaba un tuk tuk, cortesía del hotel. Diez kilómetros separan el aeropuerto del Royal Crown Hotel and Spa donde el paisaje es similar al de un balneario: calles de arena, algunos locales sencillos y muchos carteles promocionando las cervezas locales: Angkor y Anchor.

En el hotel nos esperaron con paños húmedos para limpiarnos las manos y la cara. La gente del hotel se esforzaba en todo momento por decirnos frases en español. Pensamos que sólo en Tailandia tenían la sonrisa dibujada. Aquí también. Al ser la cuarta ciudad ya estábamos en condiciones de diferenciar asiáticos por nacionalidades según rasgos físicos. Al principio parecen todos parecidos pero no es tan así.

Después de acomodarnos en la habitación salimos a dar una vuelta en busca de comida. Como era de esperar la zona que rodea al mercado antiguo está llena de restaurantes para todos los bolsillos. Lo curioso es que los restaurantes económicos están en una vereda y los más “sofisticados” (por lo menos en su fachada y decoración) están en la vereda de enfrente.

Nos decidimos por la vereda de los «caros»: Amok, un restaurante que nos recomendaron en el hotel. El arroz con pollo y los fideos de arroz con frutos de mar superaron nuestras expectativas.

Nos llamaron la atención los precios de la ciudad camboyana. Primero, no utilizan la moneda local, el riel, sólo hablan y negocian en dólares. Obviamente, al momento de pagar se puede hacer con moneda local. Los precios de todo lo que no tenga cartel varían según la cara del cliente y la época del año. Nos pasó de llevar a lavar la ropa y que nos quisieran cobrar el doble argumentando que era año nuevo. Vivos hay en todos lados…

Como ya era tarde para ir a los templos (abren de 5.30am a 17.30hs) decidimos relajarnos en la pileta del hotel, sabiendo que al otro día teníamos que madrugar para aprovechar al máximo la perla camboyana y principal motor económico de la ciudad. Después de refrescarnos dimos unas vueltas por el mercado antiguoPub street, la calle de referencia para los festejos y la movida nocturna en Siem Reap. Comimos algo ligero ya que el calor limita las ganas de comer y el aire acondicionado aquí es una rareza.

¿Angkor Wat es gratuito después de las 5:30 pm?

No, Angkor Wat no es gratuito después de las 5:30 pm. El acceso al templo principal siempre requiere el Angkor Pass, sin importar la hora.

Lo que sí podés hacer gratis es acercarte a los alrededores del complejo y disfrutar del atardecer en algunos puntos estratégicos sin necesidad de entrada, como el puente que lleva a la entrada de Angkor Wat o la colina Phnom Bakheng (aunque este último suele llenarse de gente al atardecer).

¿Cuántos días se necesitan para ver Siem Reap?

Depende de cuánto quieras explorar. Si solo te interesa ver los templos principales, con 2 o 3 días es suficiente.

💡 Opciones según tu tiempo:

  • 1 día: Solo para ver lo imprescindible de Angkor Wat y los templos principales. Es una visita muy apurada.
  • 2-3 días: Ideal para recorrer Angkor Wat con calma, visitar otros templos importantes y conocer un poco la ciudad.

¿Cuándo ir a Angkor Wat?

Si querés recorrer los templos sin morir de calor ni quedar atrapado en la lluvia, lo mejor es visitarlo entre noviembre y marzo. Es la época seca y las temperaturas son más agradables.

Si viajás entre abril y mayo, preparate para el calor extremo, con temperaturas que pueden pasar los 40°C. Nosotros viajamos en esta época y el calor húmedo fue muy intenso. De los tres días que queríamos destinar a recorrer templos, solamente fuimos uno y medio porque el calor era agobiante. Por suerte la pileta del hotel era hermosa y fresca.

Entre junio y octubre es temporada de lluvias. Aunque el clima es impredecible, los templos se ven más verdes y hay menos turistas.

💡 Tip: Más allá de la fecha, siempre es mejor visitar los templos bien temprano en la mañana o al final de la tarde para evitar el calor fuerte.

El día clave del viaje había llegado, nos levantamos 6am, desayunamos rico y variado y fuimos al lavadero que estaba frente al hotel donde además alquilaban bicicletas. Dos dólares por bici, algunas recomendaciones de la dueña del lavadero y listo. Mapa en mano empezamos la travesía, había que pasar dos puentes y doblar a la izquierda para meternos en la avenida De Gaulle.

¿Cuánto cuesta la entrada a Angkor Wat?

Para visitar los templos de Angkor necesitás comprar un Angkor Pass, que tiene diferentes opciones según la cantidad de días:

  • 1 día: 37 USD
  • 3 días: 62 USD (válido por 10 días desde la compra)
  • 7 días: 72 USD (válido por un mes)

Si vas con la idea de recorrer tranquilo y ver más que solo Angkor Wat, el pase de 3 días es la mejor opción. Lo podés comprar en la taquilla oficial, en la carretera a los templos (no se venden en línea ni en la entrada de los templos).

💡 Tip: No caigas en la trampa de comprar entradas falsas que suelen ofrecer en algunos hoteles o agencias.

Lo curioso es que las entradas para ingresar al parque arqueológico se compran 3 kilómetros antes de llegar a la puerta de Angkor. Entonces hay policías que están al costado del camino que te avisan para que no llegues a las puertas de Angkor sin tu entrada. El pase de tres días nos costó 40 dólares (año 2015). Intenté mostrar mi credencial de periodista para zafar y no tuve la misma suerte que en el Museo de historia militar de Hanoi, Vietnam. A pagar se ha dicho.

¿Qué templos ver en Angkor Wat?

El complejo de Angkor tiene más de 70 templos, pero si no querés volverte loco, estos son los imperdibles:

  • Angkor Wat: El más famoso y el mejor conservado. No te pierdas sus bajorrelieves y la vista desde la torre central.
  • Bayón: El de las caras talladas en piedra, dentro de la antigua ciudad de Angkor Thom.
  • Ta Prohm: El templo “devorado” por la selva, con raíces gigantes enredadas en las piedras.
  • Banteay Srei: Más alejado, pero con detalles tallados increíbles en piedra rosa.
  • Preah Khan: Menos visitado y con un aire más misterioso, lleno de pasillos interminables.

💡 Tip: Si querés evitar multitudes, recorré Angkor Wat al atardecer en vez del amanecer, y visitá Bayón después del mediodía cuando la mayoría ya se fue. Lo decimos por experiencia, hagan lo contrario a lo que hicimos nosotros.

Pasadas las 8am y con bastante calor llegamos a la puerta de Angkor Wat (ciudad del templo en idioma jemer), dejamos las bicis con candados en un poste y empezamos a vivir la postal, patrimonio de la humanidad desde 1992. Había muchos camboyanos debido a los festejos de año nuevo, algo poco usual el resto de los días del año.

Nos escucharon hablar en español y se acercaron los guías que están al acecho. Nos convenció uno que hablaba bastante bien castellano, nos mostró detalles que se nos hubiesen pasado por alto y nos cobró la módica suma de 15 dólares por una hora y media de recorrido, siempre aclarando que él hacía la guía sólo por Angkor Wat. Lo llamativo fue el recurso del teléfono celular para mostrarnos como era Angkor cuando se terminó de construir y ahora.

Después de contemplar los templos y la selva camboyana desde lo alto del templo de Angkor, cruzamos los dedos y fuimos a buscar las bicis. Estaban donde las dejamos. Es complicado dejar de lado todo lo que traemos de la ciudad de la furia (los pro y los contra).

Ya cerca del mediodía la zona de los templos estaba con mucha concurrencia. El próximo destino: el complejo de Bayón, el lugar de las 200 cabezas sonrientes queda a 1.5 kilómetros de Angkor Wat y nos habían advertido que quizás teníamos que ir a pie. Por suerte no fue así, el calor era agobiante. Por suerte abundaban los puestos que vendían agua mineral.

Bayón, lugar de culto de la antigua ciudad de Angkor Thom y construído cien años después de Angkor Wat, es visita obligada si vienen al sudeste asiático. Al igual que en Machu Picchu surge la misma pregunta: Cómo hicieron para trasladar semejantes rocas y darles forma? Sin caer en teorías sobre platos voladores (teorías envolventes y tentadoras) nos explicaron que miles de personas fueron necesarias para el traslado de estas enormes piezas. La que seguimos sin entender es la parte de los artesanos. Si a nosotros se nos complicaba con el taller de plástica de la escuela primaria…

Agotados y felices decidimos que lo mejor era ir a descansar al hotel. Claro que teníamos que volver en bicicleta y la cantidad de gente era tal que había calles cerradas y policías de tránsito por todas partes. Imaginate ir por una avenida y que haya autos, motos y personas en contramano, eso.

Había tanta cantidad de personas por el año nuevo camboyano que había calles cerradas. En síntesis, el mapa que teníamos ya no servía. Si a esto le sumamos el cansancio de la bicicleteada, el calor y el hambre podemos decir que la vuelta se nos complicó. Que bueno que le preguntamos a un vendedor ambulante que nos indicó un camino alternativo para llegar al centro de Siem Reap. Todo a cambio de latas de coca cola bien frías (y el doble de caras que en cualquier otro lugar). Cuando pensamos que faltaba poco nos volvimos a perder. Encontramos un par de policías que al no saber inglés y dándose cuenta de lo perdidos que estábamos se nos rieron en la cara. El panorama no era muy alentador. Pedaleamos media hora más por una ruta donde sólo había vegetación a los costados que se fue transformando en una especie de avenida. Recostado sobre la sombra había un policía que supo decirnos que yendo derecho íbamos a llegar…

Después de tanto andar por fin llegamos al hotel! La pileta reparadora, algo rico para comer y a seguir girando.

El día siguiente fue para descansar, la pedaleada y el calor nos habían liquidado. Claro que antes de ir a dormir fuimos a Pub Street a ver los festejos de año nuevo: un escenario con artistas locales, la calle repleta de gente, puestos de comida callejera, cámaras de televisión y géneros musicales que desafío a googlear.

El último día en Siem Reap y el segundo en los templos cambiamos la manera de trasladarnos a Ta Prohm, las ruinas que aparecen en la película Tomb Raider. Desayunamos muy temprano y fuimos a la puerta del hotel para negociar con el tuktuquero que nos llevaría a las ruinas. Doce dólares ida y vuelta más la espera fue un buen negocio.

Con menos glamour que Angelina Jolie llegamos a las ruinas donde los árboles y sus raíces son los protagonistas donde literalmente atraviesan las construcciones. Lo que fue un importante monasterio budista ahora está fusionado con la selva donde se mezclan arquitectura, historia y naturaleza. Antes de ingresar hay carteles que recomiendan no tocar a los monjes, no sacarles fotos, no tocar a los monos, etc. Algo que parece exagerado. Hace pocos días detuvieron a un argentino y a un italiano por tomarse fotos desnudos en Bayón. Además, con fotos de antes y después muestran como gracias a la entrada que cobran pueden mantener estos lugares emblemáticos.

The Grey fue el restaurante elegido para la última noche: exquisito cocodrilo a la parrilla y cerdo con vegetales. Aunque nos quedamos con el Lok lak, típico plato camboyano a base de carne marinada que comimos la noche anterior en una verdadera tapera pintada toda de rojo (nos dolían los ojos). Prueba de que no siempre lo más caro es lo mejor.

Con la nostalgia de la despedida y la ansiedad de conocer las playas tailandesas le dijimos hasta pronto a Siem Reap.