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Qué hacer en Tokio en una semana con poco presupuesto

Qué hacer en Tokio en una semana con poco presupuesto

Tokio es una ciudad enorme, imposible de exprimir en 7 días si no se planifica. Si tenés una semana para explorarla y un presupuesto acotado, y la información que hay en internet te marea, seguí leyendo este posteo que tiene la info para sacarle jugo a la capital nipona.

El templo más antiguo de Japón, un parque que fue villa olímpica, el mejor ramen del mundo, un observatorio para ver la ciudad desde arriba, barrios con tribus urbanas y el cruce peatonal más transitado del mundo. ¿Qué ver y hacer en Tokio en una semana con poco presupuesto?

Las mejores zonas para buscar alojamiento en Tokio

Algunas de las mejores zonas para buscar alojamiento en Tokio son Shibuya, Shinjuku, Ginza, Roppongi y Asakusa. Estas áreas tienen una gran cantidad de hoteles y hostels. Además en estas zonas se encuentran las principales atracciones turísticas.

Los mejores hoteles económicos de Tokio

Algunos de los mejores hoteles económicos en Tokio son:

  1. Capsule Hotel Anshin Oyado: es un hotel cápsula ubicado cerca de la estación de Shinjuku, con precios asequibles e instalaciones modernas.
  2. Hotel Graphy Nezu: este hotel boutique ofrece habitaciones privadas a buenos precios con una decoración única y una ubicación conveniente cerca del metro.
  3. Imano Tokyo Hostel: un hostel moderno y elegante con habitaciones compartidas y privadas, ubicado en el animado barrio de Shinjuku.

Si estás pensando en viajar a Japón, es muy importante que contrates un seguro de viajero. Te recomendamos que visites el cotizador de Asegura tu Viaje para comparar las características y tarifas de cada compañía.

¿Cómo moverse en Tokio?

Si piensan viajar por varias ciudades de Japón, les recomendamos que compren el JR Pass. Nosotros lo exprimimos al máximo y para Tokio nos sirvió muchísimo porque el metro no es barato (cada pasaje puede ir desde los 150 a los 300 yenes).

En Tokio, la línea de metro JR Yamanote pasa por los principales puntos turísticos de la ciudad por lo que no les va a costar ni un yen. Además, con el JR Pass pueden tomar los trenes locales Keihin-Tohoku,  línea rápida Chuo,  línea local Chuo-Sobu, JR Keiyo, Musashi, Nambu y Yokohama.

Para saber más sobre el JR Pass les dejamos los links a los posts ¿Cómo comprar el JR Pass desde Argentina? y ¿Cómo usar el JR Pass? 

¿Qué hacer en Tokio en 7 días?

Antes de empezar con los imperdibles día por día les recomendamos que reserven un free tour por Tokio. Es una excelente manera de explorar la ciudad y adentrarse en la historia y la cultura sin tener que pagar por un tour, al final del recorrido se les pedirá una suma de dinero a voluntad. Los guías siempre son muy buenos y están dispuestos a brindarles información sobre atracciones, perlitas y lugares para ir a comer. Les dejamos unas opciones de Civitatis:

Día 1:

Shibuya: en búsqueda del cruce peatonal más transitado del mundo

Tokio nos recibe parados frente a una docena de enormes edificios blancos con carteles publicitarios grandes como canchas de fútbol 5. Es en el barrio Shibuya donde están los cruces de calles más transitados del planeta, una coreografía de lo masivo y el apuro. Tanto es así que está prohibido fumar en la calle por el riesgo de quemar a alguien.

Algunos turistas intentan captar el momento con teléfonos y palos selfie, una intermitencia de pocos segundos, lo que dura en cambiar la luz del semáforo. Esto se puede ver mejor desde el primer piso de un Starbucks vidriado que sirve de mirador para el desfile de miles de almas apuradas: caminan rápido y hasta corren trajeadas con maletines, tacones altos y barbijos como si escaparan de una epidemia de ébola.

Hay lugar para el golpe bajo, Hachiko, la estatua de un perro que se llena de turistas deseosos de una foto y nos obliga a formar fila con la suerte del que esté atrás nuestro enfoque dignamente. Cuenta la historia que el dueño de este perro de raza akita murió de un ataque cardíaco en su trabajo y su mascota lo fue a buscar a la estación de tren como lo hacía todos los días por nueve años después de la muerte de su dueño y hasta el día de su muerte. Encima los cerezos que rodean la estatua del perro están en flor lo que le da un toque mágico y kawai, palabra que usan los japoneses para definir cuando algo es tierno y explotan al máximo con Hello Kitty. Si querés llorar, llorá.

Hacer tour gastronómico en la capital nipona

En Shibuya nos encontramos con Miki, guía de Culinary Backstreets que nos llevo a comer sushi en un supermercado, y después tomamos el tren hasta Kichijoji para probar las mejores galletas de arroz de Japón y arriesgamos nuestras vidas por unas fetas de pez globo.

¿Querés saber cómo nos fue en el tour gastronómico? Les dejamos los links: Parte I: el mejor sushi de nuestras vidas, parte II: sobreviviendo al pez globoparte III: El rey del miso y los vende humoparte III: El rey del miso y los vende humo.

Día 2

Excursión imperdible al Monte Fuji

Sabemos que el Monte Fuji no queda en Tokio. Sí, es cierto que es una excursión que se puede hacer desde la capital nipona, por eso lo compartimos.

De la mano de Rafaela, una argentina de 32 años que hace 20 vive en Japón vivimos un día alrededor del Fujisan: el punto más alto de Japón y uno de sus símbolos donde lo  contemplamos desde una aldea ninja, lagos, un parque y hasta un supermercado. Les contamos todo de esta imperdible excursión de un día para disfrutar del Monte Fuji al máximo.

Día 3

El Palacio Imperial y sus jardines 

Con la intención de ir al Palacio Imperial de Tokio tomamos el subte hasta la estación Tokio. Salimos de la estación y vemos que todos van en la misma dirección con el objetivo de llegar al Palacio Imperial, atravesamos el centro financiero de la ciudad y vemos de pasada la estación central de Tokio.

Con un nivel de seguridad cosquilleante y después de hacer una importante fila llena de japoneses y turistas nos llama la atención que las indicaciones por altoparlante son solo en japonés. Así es que preguntamos a qué lugares podemos acceder y nos señalan los enormes jardines. “El Palacio estaba en refacción”, dice una señora con el carisma de un patovica. Si llegan a ir a Tokio y el Palacio está cerrado, no importan, sus jardines pagan el boleto de subte.

Frikearla en Akihabara

De los jardines vamos hasta Akihabara, un barrio dominado por edificios pintados con colores primarios, el de SEGA es ejemplo de un rojo furioso. Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de bloques de cemento con un promedio de diez pisos destinados a máquinas para sacar desde peluches, manteles, muñecos o relojes. Hay especialistas que se amotinan frente a las máquinas con mirada de asesinos. Probamos con un par de monedas y casi casi…el problema si ganábamos esa especie de enorme pokemon era donde lo metíamos.

En el hostel nos habían recomendado almorzar en Yoshinoya, una cadena de locales que arrancó en 1899 como una tienda familiar y con los años se multiplicó en cientos de locales por todo Japón. Su lema es «Sabroso, barato y rápido», y así fue.

Fuimos a recorrer algunos maid café, cafeterías donde nenas de no más de 15 años vestida de mucamas reciben a tipos cincuentones. Claro que si un café en una cafetería común y corriente sale un dólar en estos lugares se multiplica por cuatro: hay que pagar el show donde está prohibido sacar fotos.

Claro que Akihabara no es solo bullicio, electrónica, maids café y muñecos de peluche. A pocos minutos del centro está el templo Kanda Myojin, Allí venden protectores –omamori– para trabajadores vinculados a la tecnología que, por ejemplo, protegen a las computadoras de virus. Mientras un señor canta en una especie de altar con música que parece de un videojuego ochentoso. Ojo, canta lindo.

Caretearla en Ginza

Salimos del templo en busca de frivolidad y caemos en la zona de Ginza, barrio de Chuo top y careta donde están las marcas más caras y se escuchan los rugidos de las Ferrari y Lamborghini como si se trataran de los ciclomotores que anuncian la previa un sábado a la noche en el conurbano bonaerense. Los japoneses la comparan con la 5ta Avenida de Nueva York.

Parque Yoyogi

Cae el sol y queremos ir a donde está la movida, Parque Yoyogi, que nada tiene que ver con la mascota de Súper Mario, ahí vamos. Un dato curioso: antes de convertirse en un parque en 1967 fue sede de la villa olímpica para los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.

Es uno de los parques más grandes de Japón y un lugar perfecto para ir a tomar algo con amigos. Docenas de mantas azules en el piso con mini piletas llenas de hielo y cerveza y parlantes sobre el pasto animan la tarde. Aprovechamos que hay una feria y damos algunas vueltas sin rumbo.

Cenar el mejor ramen en Golden Gai

En búsqueda del mejor ramen de Tokio fuimos hasta Shinjuku a la zona de Golden gai, un lugar de calles tan estrechas que a veces literalmente pasa una persona. Hay locales diminutos de madera donde entran no más de 6 personas. Ale ante la cantidad de gente y lo chico de los espacios anticipa lo que va a pasar: no había lugar en Nagi. Lo bueno es que nos mandaron a una sucursal que está a 6 cuadras: Ramen Nagi Shinjuku Golden city. Los tipos hacen el ramen con una salsa que lleva sardinas lo que lo hace algo salado, pero no menos delicioso. Vayan, vayan, vayan.

Día 4

El festival más raro de nuestras vidas: el festival del pene

El cuarto día va a ser el día del festival más raro y quizás uno de los más divertidos de nuestras vidas. Para entrar al mundo del festival del pene en el barrio de Kawasaki hagan click aquí.

Después del festival nos vestimos de gala para deambular por la ciudad: kimono para Ale y traje samurái para mí, y un contrato que dice: “si manchan o rompen cualquiera de los atuendos deberán pagar cientos de dólares”. Imagínense el cuidado que tuvimos al salir a la calle con eso, creo que Robocop hubiese caminado más relajado. A esto hay que sumarle que nos sigue un fotógrafo y la manager de la empresa. Los canjes a veces tienen ese no sé qué.

Lo mejor llegó después de los trajes, un Bar hopping por la zona de Ogawa-cho. Así es que pagamos 1000 yenes -10 dólares- cada uno, nos dieron una pulsera y comimos en tres lugares de los más de 40 que hay para elegir. El primero es Kiki, un típico pub japonés ambientado como una taberna de marineros donde probamos asajime sashimi y cinco piezas de yakitori con cerveza tirada y lemon sour. Nada de otro mundo. El siguiente es Hannabi, un bistró con comida japonesa donde el pollo a la mostaza es delicioso, aunque la porción chica. Algo cansados, vamos por nuestra última bala, Rain drops, especialistas en comida italiana. El resultado: cordero con pesto napolitano y vino tinto, una delicia para cerrar un día que empezamos con un festival de adoración al falo, nos sorprendimos vestidos con trajes de geisha y samurái y terminamos con comida italiana.

Día 5

Comer en el fish market

Arrancamos el día temprano, pero no tanto como para ver la famosa subasta de atún del Mercado Tsukiji. Aquí hay todo tipo de comidas tradicionales japonesas. Originalmente, era un mercado mayorista para profesionales y de a poco se fue abriendo al mundo minorista. Probamos melón, cangrejo a la parrila y vieiras cocinadas con manteca y una especie de soplete. Todo en ese orden y sin hepaltagina. Lo único malo del mercado es que está atestado de personas y casi no hay espacios libres para terminar de relajarse. Eso sí, hay que aprovechar a ir antes de que lo muden por los JJOO Tokio 2020.

El templo Sensoji, el más antiguo de Japón

Seguimos hasta Asakusa que se extiende a lo largo del río Sumida, hacia al noreste, y es el barrio más tradicional de Tokio. Aunque hay numerosos cines, teatros y restaurantes, la zona es conocida por sus templos y la venta de souvenirs.

Una de las visitas obligadas de Tokio es el templo Sensoji, el más antiguo de Japón. Por allí pasan más de 20 millones de personas cada año, lo que lo convierte en una de las principales atracciones turísticas de Japón. ¿Quieren una foto donde salgan solos con el templo de fondo? Olvídense de la foto y disfruten lo imponente de este templo budista.

Para llegar al templo recorrimos la transitada calle comercial Nakamise dori y la puerta de Kaminarimon. Lo curioso es la enorme linterna roja de 4 metros de altura que cuelga de ella.

El parque Ueno: la desilusión

Ahora, la parte “fea”, un lugar que no nos pareció imprescindible: el primer parque público de Japón, el Ueno. Además, de los cerezos dentro del parque hay museos, una galería de arte y hasta un zoológico. Los espacios verdes nos parecieron algo descuidados -muy raro en Japón- y algo que en nuestra Buenos Aires puede ser algo más lógico aquí nos llama la atención: cestos que desbordan de basura.

Día 6

Nishiarai: por fin encontramos tranquilidad en Tokio

Después de explorar Osaka y Kioto volvemos a Tokio, pero esta vez nos alojamos en Nishiarai. Con ganas de conocer el barrio vamos a almorzar a un lugar de yakitoris que nos recomiendan en el hostel. Allí no hay turistas y casi no se ven japoneses, solo se escuchan a los cuervos revolotear: el barrio es la contracara del bullicio que hay en el centro de la ciudad.

Harajuku: donde se encuentran las tribus urbanas

Decididos a explorar el barrio de Harajuku, el preferido de las tribus urbanas más raras de la ciudad, atravesamos la torii -puerta de entrada- que tiene un estilo entre vintage y pop, una torii totalmente atítpica que da muestra el colorido del barrio.

En Harajuku está todo concentrado en Takeshita dori, la calle principal del barrio, siempre abarrotada de gente. Hay locales de ropa de moda, de cosplay, de venta de entradas para conciertos y merchandising de bandas niponas del momento. Cada tanto pasan micros enteramente ploteados con las caras de 4 o 5 pibes japoneses más photoshopeados que la cara de Mirta Legrand.

El mejor observatorio de Tokio es gratis

Salimos de la efervescencia del consumismo para ver a ver Tokio desde arriba. Caminamos cerca de veinte cuadras hasta llegar al edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio que tiene dos observatorios en el piso 45 a 202 metros de altura, uno en la torre sur y otro en la torre norte.

Además de ser totalmente gratuito tiene un bar y una tienda de regalos con precios interesantes. Por ejemplo, allí conseguimos trenes en miniatura que no conseguimos en tiendas de juguetes ni supermercados.

Horarios a tener en cuenta:

Observatorio norte: de 9:30 a 23:00 horas (cerrado primer y tercer martes del mes).
Observatorio sur: de 9:30 a 17:30 horas (cerrado segundo y cuarto lunes del mes).
Cerrados el 29, 30, 31 de diciembre y el 2 y 3 de enero.

Roppongi

Como si Tokio no fuese una ciudad poderosa vamos a Roppongi que dicen que es la intersección entre Tokio y el mundo y es que, además de ser la zona preferida para salir allí viven la mayoría de los extranjeros expatriados. Como no podía ser de otra manera nos metemos en Hard Rock Café a ver una guitarra de Prince, un disco autografiado de Shakira y un par de anteojos de Elton John.

Aunque no subimos destacamos que Roppongi tiene tres de los edificios más altos de Tokio: la Torre de Tokio (333m), la Torre Mid Town (248m) y la Torre Mori (238m). La Torre de Tokio es una especie de Torre Eifel, se ve desde cualquier lado.

Día 7

Una mañana en el barrio tradicional de Yanaka

El último día en Tokio fue algo relajado, empezamos por el barrio de Yanaka, zona residencial del periodo Edo (1603-1880) que ha sufrido pocas modificaciones en los últimos 150 años. Yanaka es un barrio extremadamente tranquilo todo lo contrario que a fines del siglo XIX donde se concentraba la mayor oferta de prostíbulos de Tokio.

Después de comprar algo de té verde para regalar nos metemos en una panadería donde todo gira en torno a Astroboy. En Yanaka hay más de 300 templos budistas y sintoístas que se entremezclan entre las casas bajas.

La isla Tennozu y la búsqueda frustrada de street art

Ahora es el turno de la isla Tennozu un lugar perfecto para pasar medio día para explorar el lado moderno de Tokio. La verdad es que fuimos hasta Tennozu en búsqueda de tres murales que ya no están, el más interesante era el de Edmund Honda, luchador de sumo del videojuego Street Fighter. Guiados por fotos de internet y Google maps un vecino nos da la noticia “Edmund no está más”. Tristeza infinita.

Odaiba, una isla 100% artificial

Último punto de Tokio, pero no por eso menos importante. Algo sobrepasados de templos y yakitoris vamos hasta Odaiba, una isla artificial situada en la bahía de Tokio cuya construcción comenzó a finales del siglo XX.

Con una llovizna molesta buscamos refugio en DiverCity, un centro comercial desde donde se ve el puente Rainbow y una réplica de la estatua de la Libertad. Lo loco es que al otro día nos íbamos a Nueva York. Nos se pueden perder el show de luces del edificio Fuji TV!

De todo este periplo algo nos quedó claro, Tokio necesita bastante más que una semana. Lo interesante es que siempre van a quedar lugares afuera lo que lo hace una excelente excusa para volver. Tokio, ahí vamos!