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A 50kms de Buenos Aires se encuentra Colonia del Sacramento, la ciudad más antigua de Uruguay cuyo barrio histórico fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1995. Todavía nos preguntamos por qué no fuimos antes.
Motivados por el Black Friday y la necesidad de aprovechar las ofertas caímos en el sitio de Colonia Express. ¿Pasajes a Colonia por 500pe ida y vuelta? –poco más de 30usd-. Una oportunidad, un par de clicks y listo, pasajes adentro.
Ahora bien, el tema del alojamiento iba a ser más complicado tratándose de un fin de semana largo -8 de diciembre-. Precios un 40% arriba de lo normal y Tripadvisor alertaba con letras rojas poca disponibilidad: 76% de alojamiento ocupado. Después de buscar llegamos a Posada Las Terrazas, un elegante hotel boutique ubicado a una cuadra del centro histórico, con excelente atención, buen desayuno y pileta. Buena relación precio/calidad. Dos noches eran suficientes para deambular por la ciudad colonial.
Para buscar alojamiento en Colonia, hacé click aquí.
Como era de esperar demoramos más en llegar al puerto de Buenos Aires –a esto hay que sumarle que confundimos la hora de embarque con la de salida del barco- que en llegar a destino. En fin, llegamos a Colonia cerca del mediodía con un día espectacular y caminamos hasta el hotel con el canto de los pajaritos de fondo –faltaba Bamby- y la primera sensación que nos invadió fue: “Que cerca queda y que bueno que está. ¿Tanto tardamos en venir?”. Bien, no había tiempo para lamentarse. Íbamos a recuperar el tiempo perdido.
Si estás por ir a Colonia llevá unas buenas zapatillas, el empedrado es importante y un paso en falso te puede dejar rengo. Caminar, de eso se trata Colonia, andar por las callecitas, ver casonas por todos lados, ir hasta el Faro, contemplar la calle de los Suspiros, ir a tomar una cerveza viendo el atardecer, faroles que luchan por iluminar, quedarse mirando el Río de la Plata, meterse en una tienda de antigüedades, cruzarse con una murga y dejarse llevar por el sonido de los tamboriles, pasear por la rambla. Y si a todo esto le sumamos el encuentro con mi hermano de Montevideo y su familia ya es un lujo.
¿Pensaron que nos íbamos a olvidar de la comida? Jamás, con una amplia oferta gastronómica en cantidad de lugares y platos Colonia tiene para todos los gustos y bolsillos. Destacamos los siguientes:
“Café Ganache” – calle Real 178 –
Este reducto es ideal para cualquiera que quiera disfrutar de un buen café y algo rico para acompañar. Lo conocimos de una manera algo atípica. Después de disfrutar de la Noche de los Museos y de dar algunas vueltas pasamos por la puerta de una cafetería -sábado a las 11 de la noche- donde Dahia y Ernesto -sus dueños- nos invitaron a presenciar un “Ritual de café”. Accedimos a pasar a esta linda casa antigua devenida en cafetería cuando muchas personas seguían de largo pensando que era una trampa para venderles algo. Allí mientras Ernesto contaba historias acerca del origen del famoso oro negro, Dahia tostaba granos de café etíope mientras le agregaba cardamomo –el olor de la mezcla inundaba el lugar y se empezaba a escuchar el chasquido de los granos en la sartén-. Luego de las historias se abrió un espacio de preguntas para derribar algunos mitos. ¿Lo mejor del ritual? Haber conocido a estos baristas apasionados y que nos hayan deleitado con un café de calidad. Tanto que el impresionante brownie pasó desapercibido. Tal fue la experiencia que lo primero que hicimos cuando llegamos a Buenos Aires fue comprar un molinillo eléctrico para moler café en grano. Sin dudas la perla gastronómica del viaje. Vayan despacio y con tiempo para disfrutar, de día, de noche, no importa. Vayan.
Para almorzar recomendamos “Pulpería los faroles” – Misiones de los Tapes 101.
Si van cerca del atardecer elijan las mesas de afuera para ver la caída del sol picando unas rabas y por ahí ligás un par de canciones de Zitarrosa de algún músico ambulante. Se destacan los chivitos canadienses, las pastas, el lomo a la pimienta y el pollo al champignon. Si pagan con tarjeta de débito o crédito devuelven el 18.5% del IVA –es ley y se descuenta en el momento-. Precios razonables.
¿Poco presupuesto? “Pizzería Don Joaquín” – Calle 18 de Julio 267-. Cerrás los ojos y no sabés si estás en una pizzería romana o en una uruguaya. Pizza finita y sabrosa. Imperdible la pizza a la carbonara acompañada de una Pilsen bien fría.
Si quieren buena pizza vayan a Don Joaquín, el resto excelente. Un dato: no hay mínimo para pagar con tarjeta. Antojados de cerveza artesanal pedimos recomendaciones y nos aconsejaron “Chopería Mastra” –Calle del Comercio 158-. Probamos la degustación de cervezas y la picada caliente.
Una sola cosa puede destruir la postal del amanecer viendo el río. Hacerlo sentado en el restaurante “El Torreón” donde los mozos te miran mal si les decís que solo querés tomar algo y tardan media hora en atenderte. Un desastre, elimínenlo del GPS: General Flores 19.
Después del maratónico circuito gastronómico, alegres de haber estado con parte de la familia del otro lado del charco y un poco más aliviados por remediar el tiempo perdido armamos con nostalgia las mochilas para volver a casa. Colonia ahora estuvo cerca. Volveremos.
Confieso que Uruguay en principio nunca ha estado entre mis destinos soñados. Pero precisamente este año en Guatemala conocí a una señora de ese país, y me habló de Colonia. Despertó mi curiosidad y ahora me cruzo con este post. ¿Será una señal? 🙂