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Orvieto no es un «Plan B» desde Roma

Orvieto no es un «Plan B» desde Roma

Obligados a elegir la ciudad amurallada por una excursión fallida a la Toscana, tomamos el tren de Roma a Florencia, y bajamos en Orvieto donde nos chocamos con esta ciudad rocosa y colgada del cielo que supo ser potencia. Orvieto es una excelente opción para pasar el día a un par de horas de Roma.

Anteúltimo día en Roma y con ganas de alejarnos unos kilómetros de la ciudad eterna. Íbamos a ir a la Toscana pero la empresa canceló la excursión un par de días antes. El plan B e inesperado: un intermedio entre Roma y la Toscana: Orvieto una pequeña ciudad de la región de Umbria ubicada a dos horas en tren desde la capital.

¿Cómo llegar de Roma a Orvieto?

Entusiasmados llegamos a Termini, corrimos hasta la boletería y por la módica suma de 20 euros compramos dos ida y vuelta a Orvieto.

Con picos de velocidad de casi 300 kms por hora el tren con ventanales enormes nos permitió disfrutar del verde paisaje a pesar del vértigo. En medio del viaje ofrecen diarios locales y jugo de naranja para los de primera clase. Lo vimos pasar como la tercera clase del Titanic. Casi dos horas después de amoldar los asientos y a minutos de terminar el recorrido observamos un enorme bloque de piedra donde descansa un pueblo medieval con casi 3mil años de historia, asomaba Orvieto.

Bajamos del tren y todavía quedaban pequeños tramos para llegar a lo que había arriba de esa enorme masa rocosa. El funicular era la opción más conveniente rápida y económica -1euro-. Ya en el funicular un grupo de estudiantes de unos 12 años gritaban eufóricos, una chica del grupo tenía mucho miedo –algunos compañeros la molestaban y otros trataban de calmarla-. Otra ragazza del grupo nos miró y dijo con una sonrisa cómplice: “Siamo pochi” (somos pocos).

¿Qué hacer en Orvieto?

Con el sol de la mañana en la cara y en tierra firme empezamos a caminar hasta la parada de colectivo –última parte del «periplo»- que te deja en la calle Cavour frente al Duomo –la catedral- de Orvieto Una obra arquitectónica considerada una de las maravillas del gótico y la arquitectura medieval italiana. Rodeada de tiendas de souvenirs, cafés y pequeños alojamientos se impone el ícono de la ciudad de menos de 20mil habitantes. La primera impresión en tratar de imaginar cómo la construyeron, preguntarse cómo es por dentro -si ya de afuera nos dejaba sin aliento-. Mosaicos dorados y de colores y con una altura que asombra nos invadió la sensación de haber elegido correctamente. Orvieto fue potencia –en el siglo XIII tenía más habitantes que Roma- y la catedral es sólo una muestra de ello. Aquí se coronaron el rey francés Luis IX, el Papa Martín IV y se proclamó la tercera cruzada.

Orvieto es ideal para hacer una escapada tranquila, bajar un par de cambios y dedicarse a caminar por el centro histórico, pasear por el Palazzo del Popolo, subir la torre del reloj y disfrutar de las vistas. También se puede caminar hacia el belvedere y relajarse con la vista a los viñedos.

¿Dónde comer en Orvieto?

Para el mediodía, cuando ataca el hambre recomendamos ir a la Antica Bottega al Duomo, una salumeria donde podemos comer la típica porchetta o tablas de fiambres, quesos y bruschetas. Todo acompañado de un vinito de la casa. Para el postre nos ofrecieron unos biscotti con vino dulce como gentileza. Una perla con muy buenos precios!

Para seguir disfrutando los sabores, podemos terminar con un gelato en Il Gelato di Pasqualetti en el centro histórico, a metro de la torre del reloj. 

Pasada las 5 de la tarde y con el atardecer a cuestas pensábamos en la última cena en Roma. Sorprendidos y alegres por lo que nos ofreció la ciudad emprendimos la retirada. Definitivamente Orvieto merece una mejor posición en el itinerario de cualquier viajero que vaya a Roma y tenga un día libre para ciudades cercanas. A veces no hace falta llegar a la Toscana para disfrutar de vistas espectaculares y buen vino. Orvieto tiene todo eso y más.

6 comentarios

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  3. Vanessa

    Tuve la oportunidad de pasar un par de días en Orvierto y es maravillosa, calles angostas, como laberintos, edificios preciosos y buena comida.
    Gente muy simpática y amable. Quiero decir, que al bajar del tren, solo cruzan la calle y esta el funicular, el viaje no debe ser mas de 10 minutos (tal vez es mucho) y los buses a la iglesia demoran 5 minutos mas. También se puede ir caminando, es un camino recto. Justo a la salida del funicular hay un parque muy lindo, que tiene una vista espectacular. Aparte de visitar la bella iglesia, se puede subir a la torre y tener una vista privilegiada de la ciudad. Se sube a pie, cerca de 200 escalones (no hay ascensor). Lo único malo para mi, fue la lluvia. Pero aun así, y al que le gusta la lluvia, disfrutara muchísimo de esta hermosisima ciudad.

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