En una ciudad que respira historia y en la que se encuentran memoriales a cada paso recorrimos el campo de concentración Sachsenhausen, una visita obligada para entender una parte nefasta de la historia del siglo XX.
7am y todos arriba para desayunar! Imaginábamos un buen desayuno que resultó excelente. Café de primera, distintos tipos de panes, fiambres y quesos. Fruta, yogures y jugos orgánicos. La realidad es que en Buenos Aires no consumimos productos orgánicos, en Alemania los probamos y nos encantaron. En definitiva, disfrutamos de un desayuno que nada tiene que envidiarle al que ofrecen hoteles de varias estrellas.
Después de cargar energías corrimos hasta Alexander Platz, punto de encuentro de los tours en español de Cultour Berlín, a los que encontramos con sus remeras y paraguas verdes, para ir hasta el campo de concentración de Sachsenhausen, ubicado a 38 kms de la capital. Después de dividir a la gente por tours, nos tocó Juan, un valenciano que está en Berlín desde 2012. Como buen historiador mientras esperábamos el subte nos empezó a meter en tema hablándonos del contexto internacional y de la situación de Alemania.
Empezamos a caminar largas calles de una zona residencial llena de casas decoradas para Pascuas, algo alegre y paradójico para lo que se venía. Del barrio nos llamó la atención que no había gente en la calle. Recorrimos los casi dos kilómetros que separan la estación del ahora museo y memorial del campo de concentración y empezamos a palpar lo que fue el terror por el que pasaron más de 200mil personas. Juan fue preciso al narrarnos situaciones que iban desde lo macro a historias que involucraron a soldados y detenidos con nombre apellido. Así nos habló del poder del aparato de propaganda nazi, la mutación del campo de concentración de Oraniemburgo en 1933-1936 hasta el campo de exterminio de Schsenhausen (1936-1945) y por último, el campo especial soviético (1945-1950).
Cada paso dentro de Schsenhausen es necesario para entender el funcionamiento del campo -no así lo que fue la perversión humana en su máximo esplendor-. Pararse en la Plaza del recuento donde formaban los prisioneros tres veces al día para ser contados y cuando faltaba uno en el recuento este se convertía en tortura con frío y lluvia. Entrar a los barracones, ver las camas e imaginarse que en una pequeña cama entraban hasta tres prisioneros pone los pelos de punta. En Sachsenhausen fueron asesinados prisioneros políticos, judíos, homosexuales, testigos de Jehová, gitanos y negros. Primero fueron explotados laboralmente, algo que contrasta con la frase en hierro forjado de la entrada al campo: «Arbeit macht frei», el trabajo libera. Escuchar las historias de la casa de los comandantes donde planificaban los operativos de exterminio y «entender» que las cámaras de gas empezaron a funcionar para no afectar la psiquis de los asesinos es tremendo.
¿Sabían que un hijo de Stalin fue prisionero del campo? Nosotros tampoco. Cuando desde Berlín quisieron intercambiarlo por el mariscal Von Paulus, Stalin dijo que no era favorable cambiar un simple teniente por un mariscal. Otro dato curioso es que en 1936 los nazis invitaron a la prensa extranjera a ver el campo «modelo» y moderno donde se «reeducaba» a los malos alemanes. ¿El motivo? Alejar los comentarios que decían lo que estaba pasando en Alemania y realizar los Juegos Olímpicos en Berlín con el respaldo del exterior.
Sin lugar para rebelarse los prisioneros eran vigilados desde un panóptico, construcción de forma triangular donde un superior de las SS vigilaba a cientos de detenidos. De esta manera tenían la voluntad anulada y trabajaban hasta el final. ¿Nadie sabía nada? Según palabras del guía la propaganda era tan eficaz que los nazis edulcoraban el terror y hablaban de «reeducación». Los nazis, dueños de la vida y la muerte, experimentaron con los prisioneros como si fuesen cobayos para «mejorar la raza».
Es imposible salir indiferente del memorial. Sachsenhausen es una visita que eriza la piel a cada paso. Cultour Berlín cumplió con las expectativas de un tour emocionante y sensible con un guía que estuvo a la altura de las circunstancias.
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Tours en Berlín con Cultour Berlín: http://www.cultourberlin.com/
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